La vivienda
promocionada por los organismos públicos debe
ser siempre ejemplo de ahorro energético y de
respeto al medio ambiente. Planteamos una estrategia
para el futuro: la durabilidad de las viviendas depende
en gran medida de la participación de los usuarios
a los que hay que involucrar en el funcionamiento,
la racionalización del consumo energético
y se responsabilicen del mantenimiento. El beneficiario
de la vivienda pública disfrutará así de
un derecho pero también tendrá que responsabilizarse
de los deberes que ello conlleva.
El término sostenible, aplicado al proceso constructivo,
tiene su primera aplicación en el diseño
de la ciudad. Si deseamos núcleos urbanos respetuosos
con el medio ambiente, debemos pensar en la reducción
de los desplazamientos, mirar las ciudades del pasado con
comercio de pequeña y mediana escala, con vida urbana
en las calles, con el trabajo integrado en el entorno residencial,
incluso en la propia vivienda que habrán de ser
versátiles para adaptarse a las necesidades cambiantes
de los usuarios, para responder a los diferentes tipos
de “familias”. También pensamos en una
arquitectura lógica, coherente con la climatología
del lugar, que utilice elementos de protección del
sol y de la lluvia, pensada para durar y sencilla de mantener.
En la parcela teórica de 80 x 80 planteamos una
manzana en la que las fachadas se adaptan a las diferentes
orientaciones, las estancias se disponen también
en función de éstas y se opta por un amplio
espacio central, un jardín abundantemente arbolado,
tres decisiones que definen la propuesta.