Las formas
de vivir están cambiando con gran rapidez. Conviven
la familia tradicional de pareja con hijos, parejas
sin hijos, amigos que comparten piso, personas mayores
atendidas por un tercero o un familiar, familias monoparentales,
etc. Las nuevas formas de trabajo permiten desarrollar
una actividad profesional en el propio domicilio, haciéndose
compatibles la atención de niños o de
ancianos con el trabajo. La existencia de espacios
de trabajo con posibilidad de aislamiento respecto
al uso más específico de vivienda, hace
esta compatibilidad aún más fácil.
Por ello, cada vez es más necesaria una organización
clara de los espacios privados y comunes. Éstos
como adecuada antesala de aquellos, así como
de su relación con los espacios urbanos y la
naturaleza; una ordenación que favorezca y potencie
un desarrollo completo y más intenso de todas
las actividades e infraestructuras que asociamos al
hecho de habitar: el trabajo, los medios de transporte,
el ocio y el recreo, nuestra relación con el
entorno, etc. y un intercambio más activo con
otros grupos de intereses.